Sí, parece obvio, pero la entrada a la ceremonia de Javier y Virginia fue… una entrada nupcial en toda regla. Pero antes de enseñárosla, vamos a hablar brevemente sobre la entrada nupcial.
Sin duda, es uno de los momentos más importantes y esperados en la boda. La entrada nupcial atrae la atención de todos los invitados. ¿Cómo llegarán? ¿Cómo será el traje de la novia? ¿Y de la madrina? La expectativa es máxima, por eso debe ser un momento bien preparado.
Lo habitual, ya sea la ceremonia por la iglesia o por lo civil, es que llegue primero el novio del brazo de su madre (a cuyo traje nadie quitará el ojo para los comentarios posteriores ?). Poco después llegará la gran estrella de la boda, la novia, del brazo de su padre. Sí, lo sentimos por los novios, pero todas las miradas irán a la hermosa novia, su espectacular traje y su maravilloso peinado.
Pero lo normal no es lo exclusivo. Hay muchos casos, ya sea por obligación o de forma voluntaria, en los que estas normas se rompen. Puede llegar alguno de los novios del brazo de su otro progenitor, de un familiar e, incluso, de un amigo. Todas las posibilidades están abiertas en la entrada nupcial porque, como siempre os digo, los únicos límites son los que vosotros mismos queráis poner.
Pero centrémonos en Javier y Virginia. Os dejamos la foto de la entrada de cada uno de nuestros amigos. Fue, sencillamente espectacular y maravillosa, con los compañeros militares de Javier esperando a la novia.
Y, como siempre, acabo con la habitual anécdota. ¿Sabéis quienes abrían la entrada de la novia? Las dos hijas de Javier y Virginia. Eso sí, la mayor tiraba de la más pequeña ?. Una imagen preciosa para la novia.
Por Clara Bouquet.